martes, 11 de noviembre de 2008

Opinión de Joan Lluis Montané Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)

Jorge Morrone, de la alegoría, viaje, interludio, recovecos y seguimiento

Jorge Morrone viaja constantemente a través de la alegoría, del interludio de seguimientos de estadios mentales y subjetivos.
Es un pintor argentino de carácter universal que sueña despierto, enlazando lo que piensa con lo subjetivo onírico, para hallar el término medio.
Suma constantes situaciones, viajes mentales y astrales. Viajes que zigzaguean, que oscilan, cambian se superponen y suceden.
Jorge Morrone se instala en el interludio de los viajes, recovecos y huecos, seguimientos de diferentes laberintos, zonas que son partes de un todo que mitifica hasta el final de los tiempos.
Capta el principio y el final, pasado, presente y futuro, medios y estadios, segmentos de vitalidad, que suben y bajan, ascienden y descienden, se fijan, sujetan, cambian, se posicionan, transformándose, transportándose, en lo más sugerente del cambio.
Cambiamos para ser y exhibirnos en la transmutación. Concibe objetos que ayudan a la gente a ir más allá de lo emblemático, asimismo de lo circunstancial, para instalarse en la ironía serena de una actitud ante la vida que sabe de filosofía.
Es una creación pictórica serena y meditada, que no se hunde en la miseria moral, sino que va más allá de lo que es circunstancial y emblemático en lo posicionado y recurrente.
Lo que se recurre no es la vida, sino la parte de lo que no es verdad pero también constatamos.
Su mérito estriba en presentar obras que van más allá de las circunstancias porque son totales, profundas y enigmáticas, que se sitúan en lo emblematicidad de lo que es.
El número de la suerte es el cambio constante en la vibración de lo posible, que se evidencia de lo paradigmático contenido en lo magnético.
Todo vibra porque va más allá de una realidad que es subrepticiamente segura de sí misma, en lo más profundo de lo circunscrito en el cambio.
Lo que cambia se posiciona, lo que transmuta es energía de lo puro, la luz es luz de la iluminación. Jorge parte de lo que es alegoría para viajar, instalarse en el interludio, superando recovecos y continuar en el seguimiento de otros espacios mentales, metaoníricos y subrealistas.

Su obra presenta un claro interés por lo alegórico, es decir por la voluntad de potenciar la realidad, porque siendo real se es espiritual, dado que significa que hay un camino por recorrer, una senda por determinar, una explosión de vericuetos en los que el laberinto demuestra su poder, pero, es, en realidad, cada uno de nosotros, los que tenemos la posibilidad de escoger.



Joan Lluís Montané, de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)